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viernes, 25 de octubre de 2019

De “La Llorona” a “Belzebuth”: un breve recorrido por el cine de terror mexicano




Ya casi termina octubre, lo cual no sólo trae la tradicional ofrenda de Día de muertos y las fiestas de Halloween, también llegan los maratones de películas de terror que puedes ver en casi cualquier canal. Admitámoslo, la mayoría serán producciones hollywoodenses, lo cual para nada está mal, pero ¿qué hay de lo nacional? ¿Dónde está el terror mexicano? ¿Murió cuando dejamos de creer en el Coco?

¡Por supuesto que no! Así que esta vez daremos un brevísimo recorrido por la filmografía de terror nacional. Quién sabe, igual y terminas organizando un maratón.


Leyendas


Dado el éxito que producciones extranjeras como Drácula (1931) habían tenido en los espectadores mexicanos, los cineastas decidieron hacerle frente al género con las leyendas más arraigadas en el imaginario colectivo nacional. Así, en 1933 el director cubano Ramón Peón estrena su versión de la emblemática Llorona: en la época de la conquista, una mujer ahoga a sus hijos y después se suicida, no obstante, se convierte en un ser errante cuya maldición llega hasta la primera mitad del siglo XX. Ésta fue la primera cinta sonora de terror realizada en el país.


Vampiros, científicos locos y algo más


Después del buen recibimiento hacia La Llorona, otros tópicos se agregaron a los ingredientes para crear películas de terror. Durante los inicios, los más recurrentes fueron la religión y los científicos locos. El primero porque la premisa del bien divino siempre viene con la contraparte malévola, tal cual se ve en El fantasma del convento (1934), de Fernando de Fuentes, y en Dos monjes (1934), de Juan Bustillo Oro, película protagonizada por Cantinflas. 

Conforme se exploraban las historias que podrían funcionar para el público mexicano, también se realizaron varias películas de terror western, una mezcla de temáticas en la cual los forajidos enfrentan elementos sobrenaturales en escenarios muy rurales; como El pantano de las ánimas, dirigida por Rafael Baledón en 1956, filme que mezcla una serie de crímenes con la aparición de un monstruo.




Sin embargo, una de las películas más exitosas fue la versión mexicana de Drácula. Dirigida por Fernando Méndez, uno de los más importantes directores del cine de terror de antaño, El vampiro fue protagonizada por Germán Robles, actor perteneciente a la época de oro del cine mexicano, cuya actuación para esta película le valió fama y reconocimiento internacional. Fue tanto el éxito que ese mismo año se filmó la secuela: El ataúd del vampiro.


Luchadores, ¡cómo no!


Cosa curiosa: ninguna de estas películas es de verdadero terror. Sin embargo, es necesario mencionarlas porque en gran parte de los filmes consagrados del “cine de luchadores” el Santo (y en ocasiones Blue Demon) enfrentaba a los máximos representantes del género. ¿Mujeres vampiro, hombres lobo, momias y demonios? Todos fueron derrotados al menos una vez por famosos luchadores, bueno, dos en el caso de las mujeres vampiro.



Hasta el viento tiene miedo y la tetralogía del terror


Como ya habrás notado, en sus inicios el cine mexicano de terror no abarcó los temas que tanto tememos ahora: fantasmas errantes que acechan casas y familias, entes malignos que buscan habitar un cuerpo mortal, la tesis que deberías estar escribiendo; pero conforme se hacían más películas también las historias mejoraron y la llegada del cine a color también significó una mejor apreciación. Tal es el caso de la icónica Hasta el viento tiene miedo del director Carlos Enrique Taboada. 




Filmada en 1967, la trama toma lugar en un prestigioso y estricto internado en el cual Claudia, la protagonista, y su grupo de amigas son castigadas y por ende obligadas a quedarse en la escuela durante las vacaciones. Claudia es atormentada en sueños por un fantasma y pronto descubrirá que ninguna está a salvo en las instalaciones debido a un hecho trágico del pasado.

La película es la primera en una serie de cuatro no relacionadas entre sí que incluye: El libro de piedra (1969), Más negro que la noche (1975) y termina con Veneno para las hadas (1986), la cual, con seis premios Ariel, es la más galardonada. Ésta tiene la peculiaridad de estar contada desde la perspectiva de las niñas protagonistas, por lo que todos los encuadres están ajustados a sus alturas.



El nuevo siglo y lo que vino con él


Hablemos de Cañitas, no porque sea la primera película de terror que el siglo XXI trajo, sino por la nostalgia. Estrenada en 2007 y dirigida por Julio César Estrada, la película está basada en el exitoso best-seller de Carlos Trejo, ajá, él, el investigador paranormal. ¿Y quién no recuerda ese caso? Si tú no, aquí va la trama: en la casa ubicada en el número 51 de la calle Cañitas un grupo de personas juega a la ouija una noche. A partir de ahí uno a uno van muriendo al ser acechados por un ente demoniaco. Cabe decir que el caso fue desmentido por los familiares del mismo Trejo, aunque eso no impidió el gran seguimiento mediático que se le dio en su momento.




También en el 2007, Kilómetro 31 vino a revitalizar el género del terror en el país al posicionarse como un éxito en la cartelera mexicana de ese año. Es esta película el director Rigoberto Castañeda ofrece una reinterpretación de la leyenda de la Llorona a la vez que retoma elementos del cine de terror asiático. La trama se centra en las gemelas Agata, quien durante un viaje en carretera se encuentra con un extraño niño y tiene un accidente, y Catalina, su gemela que ahora tendrá que hallar una forma de traerla de vuelta al mundo de los vivos.


Desde entonces hay cada vez más premisas, pero terminamos este recorrido con Inquilinos (2018) y Belzebuth (2019), las películas más nuevas producidas en este país. Anunciada con la leyenda de “basada en hechos reales” y dirigida por Salvador Cartas, la primera se rodó en una vecindad de Guadalajara y explora la brujería y la práctica de la santería por medio de la historia de Luzma (Danny Perea) y Demián (Erick Elías), una joven pareja que acaba de mudarse a un viejo departamento. Sin embargo, no están solos, ya que una presencia comienza a acechar a Luzma.




Ubicada en la frontera entre México y Estados Unidos, Belzebuth es dirigida por Emilio Portes y protagonizada por Joaquín Cosío en el papel de Emmanuel Ritter, un agente que está investigando una serie de homicidios infantiles en una de las ciudades más violentas del país: Tijuana. La película pronto da un giro cuando los asesinatos parecen tener raíces más siniestras y menos mortales, por lo que Ritter busca la ayuda del sacerdote Vasilio Canetti (Tobin Bell).



A pesar de que los directores que han producido las películas anteriores reconocen que el cine mexicano aún debe abrirse paso para posicionarse en cuanto a terror se refiere, poco a poco el panorama ha cambiado, de ahí que existan festivales como Morbido Film Fest y Macabro Festival Internacional de Cine de Horror, dedicados a crear un espacio de exposición y exploración para este género.


Como verás, el terror mexicano ha recorrido muchas temáticas: desde las tradicionales leyendas, que de seguro has escuchado más de una vez, a la perversa naturaleza humana, hasta el concepto más explotado de la posesión demoníaca. Lo cual también sirve para explorar cómo ha evolucionado el temor dentro de las personas, ¿no lo crees? Esperamos que alguna de estas películas haya llamado tu atención y le des una oportunidad para estos días en que lo paranormal está a la orden del día, dicen.

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